Ciclotimia en el Caribe

Me dice mi esposa que en los últimos meses he tenido algunos pequeños desplantes de depresión e hipomanía. Nada grave. Yo la verdad no los recuerdo, no los he notado. Pero claro, no es raro.

Tengo varios meses tan ocupado tratando de concentrarme para trabajar, intentando entender la realidad de un país ajeno y adecuarme a una ciudad desconocida, que he descuidado mis reacciones. No las he visto. Y es que no tengo las grandes depresiones ni los desplantes neuróticos que tenía hace años. Espero que todo eso ya haya pasado para ya no regresar. En esos días yo tomaba medicinas e iba al psicólogo y al psiquiatra. Hoy estoy solo, sin medicinas y sin terapia. A pesar de eso y de esperar un bebé, me he mantenido muy tranquilo, muy estable.

Me dice mi esposa que de repente le preocupa que por la mañanas me tarde tanto en levantarme, que tenga sueño durante todo el día y que de repente las palabras tardan en caerme desde la cabeza hasta la lengua. Le preocupa, por otro lado, que hay días en los que estoy irritable, hablo con cierto coraje y manejo de forma agresiva en esta ciudad donde la cortesía manda en las calles. Lo repito: yo no lo he notado.

Habría notado, por otra parte, si un día le hubiera gritado sin razón, o si de plano, una mañana hubiera preferido quedarme en cama antes que ir a la oficina... Pero no, nada de eso ha pasado.

Ayer platicábamos de eso. Yo no sé qué decirle. Sólo puedo pensar que mi bipolaridad ha mutado, igual que yo. Puedo decir que yo he cambiado en los últimos 10 años, tanto que si yo me encontrara al Chak de 2003, le pondría un par de chingadazos (golpes, disculparán mi español chilango).

Ella me dice que es porque he madurado. Quizás es cierto. Sin duda hoy soy más capaz de enfrentar retos como mudarme de país, tener gente a mi cargo y esperar un pequeño bebé. Espero ser lo suficientemente maduro como para criarlo, educarlo y mantenerlo. Pero bueno, en eso creo que ambos iremos aprendiendo. No hay de otra en esto de la paternidad.

Esta es mi pequeña historia. Una reflexión de cómo he vivido mi enfermedad en los últimos meses, en los últimos días. Pero antes que un paciente bipolar, soy un lector de historias. Soy un navegante que elige y descarta. Por eso, si tienes una anécdota que consideras importante compartir acerca de la bipolaridad, no dudes en contarla aquí en los comentarios o mándame un correo y quizás más adelante lo retomaré en este espacio.

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