El ir y venir de un bipolar

Lo siento por mí. Pero lo siento sobre todo por mi esposa que lleva muchos, muchos años pasando una y otra vez por lo mismo. No imagino lo aburrido y frustrante, lo desgastante y preocupante que debe ser pensar "a ver en qué momento se vuelve a deprimir este güey". "Ya viene Navidad y seguro se vuelve a tirar a la mierda". "Ya pasaron tres meses de haber iniciado su nuevo trabajo, ya casi le llega el bajón".


Y luego, cuando sucede que me llega la depresión, cuando sucede que me deprimo, que me escucha por el teléfono triste, a punto de tirarme por el puente, debe ser todavía más complicado. Mantener la calma para no insultarme, para no encabronarse conmigo por volver a caer en la puta depresión. Y ya en la casa, mantener el mejor tono de voz, la mejor para para hacerme sentir que todo estará bien. Y yo entonces despotrico, una vez más contra el mundo, contra la vida, contra mi vida, contra el trabajo, la inseguridad, la mugre de la ciudad, la basura de gente que la habita y lo mierda que me siento por todo eso. Luego viene el plan de acción: lo que se supone vamos a hacer, lo que esperamos que nos va a ayudar a sentirme mejor, a salir del bache en el que he vuelto a caer. Pero nada. Al día siguiente, luego de descansar un poco, de dormir o medio dormir unas seis horas, vuelvo a lo mismo, con un poco más de energía, con un poco más de vida, apenas lo suficiente para seguir adelante con esta vida que apesta.


Así han sido los últimos 10 ó 12 ó 13 ó 15 años. He perdido la cuenta de cuántos años llevo con estos ires y venires.


Me dijo mi señora que busque a mi psiquiatra para que me recete otra vez el medicamento que he dejado ya tantas veces. Pero no quiero verla. Las últimas dos veces que me sentí igual o peor que ahora, se negó a recetarme cualquier tipo de medicamento. Si antes me había puesto balines en las orejas para combatir la depresión, en las últimas ocasiones ni siquiera eso me dio. Me dijo que no lo consideraba necesario, que no me veía tan mal. Y quizás era cierto. No lo sé.


En la última sesión que tuvimos me dio algunos lineamientos para que hiciera una especie de meditación. Lo intenté. Lo he intentado. No sé si funcionó. Estuve con buen ánimo varios meses, sobre todo los primeros después de que ingresé a mi nuevo trabajo, así que no sé si me sentía bien por las "visualizaciones" que me recomendó la doctora, o porque estaba medianamente entusiasmado con el nuevo trabajo. Casi nueve meses después de estar en este nuevo proyecto, con todo el desgaste, con toda la presión y un ánimo que nada más no despega, creo que mi suerte acabó. El trabajo me pesa como si cargara un costal de cemento todos los días. No tengo ánimo para hacerlo. No tengo la entereza psicológica, espiritual para sacar lo que se supone tengo de positivo en mí, como profesional, si es que tengo algo de eso.


Lo que me queda, dado que no tengo ánimos, ni dinero, ni confianza en la doctora y sus remedios, es este blog, son las palabras, con las que trabajo, a las que amo y de las que tristemente cada vez estoy más alejado. Simplemente, tomar el teclado, pegarle y tratar de sacar lo que pienso o siento, me parece ahora un ejercicio desproporcionadamente complicado. En fin..

Comentarios

  1. Hola, que fuerte es para quien nos "padece" tener que lidiar con nosotros...
    El año pasado, por el mes de octubre comenté con mi psicóloga un tema que quería me ayudara a aterrizar, ella me sugirió comentarlo con mi psiquiatra.
    El tema era ir organizandome para en un futuro, a no se qué plazo yo tomara la decisión de irme, de dejar a mi esposo y que cada uno siguiera su camino.
    La idea la planteé y surgió en un momento de "normalidad", ni en depresión, ni en manía.
    La respuesta fue... es su decisión, no se precipite, les dije que no era algo de hacer ya, pero si quizá en un tiempo y que quería prepararme y preparar a mi esposo, tema que obvio ya había mencionado a mi esposo y por un tema en particular entre los dos.
    Valga la pena anotar que es un excelente hombre, ser humano y esposo.
    Luego, al comentarlo con mi médica general, una mujer con la que he empatizado muy bien, de la que recibo aprecio y cariño, y siempre me llamó la atención el cómo vi que le entristeció mi diagnóstico de bipolaridad.
    Ella me habló de que tenía cercanos con ésta "enfermedad" y que entendía, comprendía e incluso me sugirió pedir cambio de algunos medicamentos con mi psiquiatra, es más creo que ella se comunicó con él sin que yo supiera...
    Siempre pensé que quizá sería algún familiar de ella, ya que cuando yo le hablaba de cómo me sentía, ella empatizaba y hasta se le aguaban los ojos.
    Con el tiempo descubrí que era su esposo el diagnosticado con bipolaridad y con crisis muy fuertes y seguidas.
    Supuse lo de su esposo al verlo un día entrar a la consulta de mi psiquiatra, y luego lo confirmé cuando también le conté a ella de mi deseo de prepararme mentalmente para un día separarme...
    Ella con mucho cariño y una mirada que me cuesta olvidar me dijo: ustedes se aman, tu esposo te ama y mucho (ella nos atiende a los dos y siempre ha sido muy especial con nosotros, sin dejar de ser profesional).
    Luego de la charla y mi planteamiento me sugirió ponerme en el lugar de mi esposo, de entender lo que es vivir con un bipolar, del amor que hay para tolerar, acompañar, entender, soportar!!!.
    Y cerró su diálogo diciéndome, te lo digo porque yo lo entiendo: mi esposo es bipolar.
    Me asombre y agradecí su sinceridad y generosidad al decírmelo, al confidenciarmelo y al instarme a pensar no solo en mí, o lo que quiero para mí, o lo que le quiero evitar al otro.
    Finalmente nadie se queda donde no le gusta estar, junto a quien no ama... y eso parece le sucede a mi esposo.

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  2. Describes muy bien lo que sientes y es casi lo mismo que siento yo, nos parecemos en mucho.

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  3. tengo esta enfermedad en mi cerebro pero yo lo que hago con cada brote es evolucionar y tratar de no autodestruirme y no destruir a los demas

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  4. No hay que explicar mas nada porque ese esfuerzo que hace uno para que lo entiendan a uno hace que uno pierda mucha energia y es desgastante para todos
    ustedes diran que tengo la cura...no...pero tengo fe que la voy a tener.

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  6. Mi pareja es bipolar, a pesar de sus crisis (en las cuales yo tambien la paso mal) de la montana rusa de sentimientos en la que vivo, no cambiaria a este hombre por nada del mundo. Creo que la cura de todo mal, no radica en la medicina, sino en el amor que nos damos unos a otros, en la tolerancia, en la capacidad de decir ESTOY CONTIGO EN MALAS Y EN PEORES. Mi pareja a tratado de alejarme de el muchas veces, pero yo no me aparto de el, porque se que cuando el mas trata de alejarme es CUANDO MAS ME NECESITA. El amor es el sentimiento que se debe tomar como MOTOR e IMPULSO para levantarte y TRATAR de luchar contra tu propia mente, es EGOISTA tomar deciciones como la separacion sin tener en cuenta los pensamientos de tu pareja (lo digo yo como la persona que vive con un bipolar, no como enferma en cuestion).

    Veo a mi pareja con tanto POTENCIAL y el se ve tan pequeno a si mismo en ocaciones (fase depresiva) y es alli donde entro YO para hacerlo recorder LO MARAVILLOSO que en realidad es, porque yo veo la bipolaridad como una fabricante de mentiras que juega con tu cerebro y te hace verte a ti mismo de manera distorcionada (mania y depresion), mi deber como su pareja es recordarle quien es en verdad, el hombre que le enorgullece ser y recordarle que el TIEMPO PASA y que el dia de manana el se sentira de Nuevo bien, que esto no durara para siempre y que yo estare aqui esperando para seguir forjando buenas memorias juntos...

    ABRACEMONOS A LA ESPERANZA Y AL AMOR...

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  7. Me llaman mucho la atención tus palabras. Mi pareja es bipolar también y estamos juntos hace 3 años. Yo lo amo con mi alma y él es muy responsable con su tratamiento, llevamos una vida en general buena, pero cuando aparecen los episodios depresivos o de indiferencia, es muy difícil para mi sobrellevarlos. He pensado en separarme, más que nada porque sé que esto no acaba y llega cuando uno menos lo espera, pero entiendo que él hace un esfuerzo muy grande y que no es su culpa. Tus palabras me hicieron ver las cosas de otra manera, te agradezco muchísimo por compartirlas.

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