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Mostrando las entradas de agosto, 2009

Sí, soy fuerte

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Sí, soy fuerte. Así pudiera resumir mi estado de ánimo actual. No es difícil explicarlo. Alguien me lo ha dicho, alguien en quien confío y que, estoy seguro, no lo dijo sólo por decirlo. Lo mejor: hay pruebas de que es cierto. El sábado pasado durante mi terapia, la psicóloga me descubrió de una manera en la que nadie lo había hecho. Fue de pronto como si me quitaran un velo, una máscara, un traje que no me quedaba, pero al cual, después de tantos años de llevarlo, me hubiera adaptado. No el traje a mi, sino yo al traje. Me ha hecho ver que, a pesar de mi supuesta fragilidad, a pesar de mi supuesta falta de ganas de hacer las cosas, hay siempre una bomba en potencia que espera hacer explosión, y cuando eso sucede, todo el mundo tiembla. Y es cierto. Me sucedió apenas la semana pasada en el trabajo cuando, luego de aguantar vara con algunas bromas pesadas, me colmaron la paciencia y respondí de una manera agresiva. Sí, estaba enojado, pero no exploté, dejé salir una simple conte

La otra cara de la moneda

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No lo puedo evitar: estoy ansioso. Llevo ya por lo menos una semana en un estado alterado y sostenido de atención desmedida. El cerebro me indica dos, tres, cuatro, diez, veinte cosas al mismo tiempo y no encuentro la forma de hacerlo todo. Ojalá que así como tengo decenas de ideas simultáneas, tuviera las fuerzas para llevarlo todo a cabo. No puedo. De ahí la ansiedad, de ahí la despeseración por las cosas que se me ocurren y la imposibilidad de hacerlas. No tengo ocho manos, tres cabezas y cuatro pares de pies... Tampoco he tenido la tranquilidad para detenerme y tratar de entender qué está pasando, por qué está pasando. Tal pareciera que es una pequeña etapa de lucidez, de energía, de ganas de vivir. Y de pronto me veo hablando con fluidez ante una cámara y con una compañera de trabajo, y durante las tediosas juntas. Y si antes regresaba de la oficina arrastrando los pies, con los pulmones vacíos y con la única intención de meterme en la cama con la ilusión de quizás no levant

Cómo saber si soy bipolar

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Los primeros síntomas de una persona bipolar podrían pasar desapercibidos hace unos 10 años. Actualmente somos tantos los que lo sufrimos que se ha vuelto un lugar común decir que una persona, por el hecho de tener un estado de ánimo cambiante, es bipolar. Tampoco es tan sencillo. Ya anteriormente he enlistado los síntomas de la bipolaridad o ciclotimia, y a lo largo de cada una de las entradas en el blog, se puede saber, con cierta precisión cómo somos los bipolares. No está de más ahondar en el tema. Yo soy bipolar tipo 2, es decir, moderado. Por eso, suelo tender más a la depresión que a la euforia. Puedo ponerme, de vez en cuando agresivo, pero más bien suelo ser una persona muy, muy tranquila. Mis amigos y algunos de mis familiares saben que hay días en los que se puede contar conmigo de la mejor manera. Puedo ser muy divertido y gozar de la compañía de todos ellos. Pero también están conscientes de que hay momentos en los que estoy presente, pero en negativo. Llego a ser i

Más adicciones

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Hace algunas entradas atrás hablaba de las adicciones , y como tiendo a ser obsesivo con este tipo de temas, profundizaré un poco más. Las obsesiones por las cosas siempre me han llamado la atención. Yo particularmente soy obsesivo con la puntualidad y con la higiene de mis manos. Es algo que he platicado con la psicóloga y que no ha tomado muy en cuenta, supongo que le ha parecido hasta cierto punto normal. No así, con mi obsesión, ya un poco menos grave ahora, por coleccionar fotos de mujeres famosas desnudas. Cuando se lo dije, me comentó que es una parte de mi sexualidad que está reprimida. supongo que como muchas otras cosas reprimidas en mi inconsciente... Hace algunos años, cuando comencé a usar Internet de manera cotidiana, me era imposible no buscar fotos de famosas. Desde Kate Moss (quizás la primera y la más grave de mis obsesiones electrónicas) hasta Ana Claudia Talancón. Dejé de buscar sus imágenes hace ya varios años porque me aburrí de siempre encontrar las mismas. Int

La soledad y mi bipolaridad

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Llevo una semana solo. Mi esposa se fue de la ciudad para pasar unos días con su familia y me he quedado solo. No sé qué pensar. Me siento muy bien así. Sin que nadie me espere en el departamento, sin tener que dar un recuento de qué sucedió en el día, sin las tontas discusiones que solemos tener. En serio, ha sido relajante . Incluso me he dado el lujo da hacer cosas que por lo general no hago, como traer una amiga a la casa y platicar. Sólo platicar. Mi esposa, a la distancia, se enteró y ha armado un lío que bueno... Aún así, no me arrepiento. Ha sido bueno convivir con otras personas, hacer cosas diferentes, salir de la rutina. Simplemente, hoy, como hacía mucho tiempo, cociné sólo para mi, y me sentí tan bien, que hasta no me importó no compartirlo. También tomé un par de vasos de vino, y no me emborraché, sólo lo disfruté con la comida escuchando a John Coltrane... Magnífico . Caso contrario al de ella, creo. Cuando me deja solo, se queda como con un sentimiento de culpa, d

El miedo, una constante que me borra

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Ayer tuve con la sesión con la psicóloga. Y me dijo algo que ya sé, pero que me he negado a arreglar. Tengo miedo de hacerlo. Ya en una entrada anterior había tocado el tema de cómo por darle gusto a los demás, me borro a mí mismo. Sin embargo ahora la doctora me hizo ver que actúo de la misma manera con mi propia esposa. Antes de defender mis propios puntos de vista (que me parecen a veces tan insignificantes), prefiero darle la razón y ahorrarme la pena de iniciar una discusión interminable por algo que ya sé cómo va a terminar. Ante ella, y ante el resto del mundo, yo no tengo el derecho de enojarme. He dejado que todo se me resbale, o peor aún, lo he absorbido través de la vesícula y el hígado (que ya me cobran la factura), y opto por darle la razón a todos antes que mantenerme. No sé argumentar. No puedo, se me ha olvidado. La doctora me ha dicho una cosa en la que no había recapacitado nunca. Se le pude dar la vuelta a las discusiones. Ante la imposibilidad de poderme ex