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Mostrando las entradas de abril, 2009

Cinco días en el sillón

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En otras ocasiones he escrito sobre el miedo, y mi imposibilidad de identificar el origen del mismo. Pero hace poco más de una semana supe que el temor se puede controlar, siempre y cuando uno esté preparado para hacerle frente. Eso fue lo que me pasó. Mi esposa, cansada de no ver progresos en mí y en nuestra relación, me informó que planeaba irse de la casa. Me lo dijo sin dramas, más como quien avisa que se va a ir de vacaciones, que quien rompe un matrimonio. Por algunas señales yo sabía que ella ya estaba pensando hacer algo así, no me sorprendió, ni me dio el miedo que yo pensé que me daría llegado el momento de la separación. No es que lo estuviera esperando ni fomentando, pero uno se tiene que preparar. Fueron largas, largas noches en las que dormimos separados. Ella en el sillón (porque así lo quiso) y yo en la cama, a mis anchas, pero solo. También fueron largas, casi interminables charlas en las que nos desahogamos de muchas, muchas cosas que traíamos atoradas desde hac

Qué he dejado para mi...

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Dejar de escribir para mí, y estar siempre pensando y obsesionándome (un poco) con el trabajo, supongo que también me ha hecho mal. He caido en una especie de círculo vicioso en el que no hago nada más que estar en el trabajo y con mi esposa para mantenerlos más o menos estables. El resultado no ha sido el mejor, ni el deseado. En el trabajo parece que no voy muy bien y con ella a veces las cosas se ponen color de hormiga. ¿Y yo? Yo me conformo... eso, me conformo con esas dos cosas y dejo atrás el resto. Desde las cosas que disfruto (se supone) como escribir y leer, hasta placeres que parecen mundanos como el baseball y los pocos amigos que tengo. Y la terapia... en un impase que parece llevar dos años de duración Por eso luego no me gusta escribir, porque saco cosas que, creo, a veces estarían mejor muy muy dentro de mí. Pero entonces, tomo la pluma y comienzo de nuevo. ¿Qué cosas placenteras hago para mi? Pocas. Voy al cine, veo algunas películas y paseo con mi esposa... Tod

¡Dónde andará mi mente?

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Sí, no lo puedo negar. Tengo ganas de escribir, pero no tengo tiempo para dedicarme a ello. Mi mente está siempre ocupada en otras cosas. Un ejemplo es mi letra. Cada vez que escribo, lo hago peor. Mis trazos están incompletos, las letras cada vez se parecen menos a lo que se supone deben ser. No sé si deba preocuparme por eso. A veces no escribo correctamente por la prisa de alcanzar a mi propio cerebro. Nunca lo he logrado, pero creo que en últimas fechas es peor. Quiero escribir sobre las dos películas ue he visto últimamnte y que me han parecido extraordinarias. También quise escribir sobre lo mal que estoy pensando, lo disperso y distraio que estoy. No me puedo concentrar en nada. Apenas estoy iniciando algo y ya mi mentes está divagando por otros lados. Es como si estuviera huyendo de mí mismo, de mis pensamientos, como si hubiera dos Chaks, uno siempre detrás del otro sin dejarlo en paz, con la consigna de perseguirlo sin permitirle reflexionar o detenerse contemplar nad

Miedo a todo y nada

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Caí en la cuenta de que parte de todos mis males ha sido el miedo. Miedo a lo desconoido, obviamente, y a repetir la malas experiencias que, vistas desde un tonto y pobre ángulo, han sido muchas y muy malas. Digo desde un tonto ángulo por mi incapacidad de hacerles frente, aprender de ellas, defenderme y seguir adelante. Así, mi miedo al rechazo me ha arrinconado a la inacción, al olvido casi total.