Cinco días en el sillón

En otras ocasiones he escrito sobre el miedo, y mi imposibilidad de identificar el origen del mismo. Pero hace poco más de una semana supe que el temor se puede controlar, siempre y cuando uno esté preparado para hacerle frente.

Eso fue lo que me pasó. Mi esposa, cansada de no ver progresos en mí y en nuestra relación, me informó que planeaba irse de la casa. Me lo dijo sin dramas, más como quien avisa que se va a ir de vacaciones, que quien rompe un matrimonio.

Por algunas señales yo sabía que ella ya estaba pensando hacer algo así, no me sorprendió, ni me dio el miedo que yo pensé que me daría llegado el momento de la separación. No es que lo estuviera esperando ni fomentando, pero uno se tiene que preparar.

Fueron largas, largas noches en las que dormimos separados. Ella en el sillón (porque así lo quiso) y yo en la cama, a mis anchas, pero solo. También fueron largas, casi interminables charlas en las que nos desahogamos de muchas, muchas cosas que traíamos atoradas desde hacía tiempo.

El resultado no puede ser más intrincado. Coincidimos en que nos amamos, en que queremos estar juntos, pero la separación, al menos temporal, es inevitable. Ella se irá de la ciudad una temporada a modo de vacaciones de mi.... Y todo por estos miedos que no me dejan.

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