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Mostrando las entradas de septiembre, 2016

Olvidos bipolares

En qué pensaba hace tan sólo un segundo atrás. No lo sé. Se me olvidó apenas pensé en escribirlo. En serio, se me olvidó para que empecé a escribir.  Me pasa todo el tiempo. Siempre. Me estoy bañando y pienso en lo que voy a hacer durante el resto del día, y apenas cierro la llave y todo se me borra. Por buenas o malas que sean las ideas, todas se me escapan. Es una especie de maldición, una disfunción de mi cerebro que se resetea cada dos minutos, haga falta o no. Y si pude tener una chispa, como supongo a muchos les pasa, de pronto estoy totalmente en blanco. Cierro la llave de la regadera y ya no sé qué sigue. Miro a todas partes y trato de rehacer los pensamientos, la línea que llevaba, el camino que creí haber trazado. Y así todo el día, en todo momento. En el trabajo si no anotó cada una de las instrucciones, planes, procesos, simplemen

Sí, soy un amargado

Hablábamos hace unos días o meses, el tiempo me parece tan diluido, que en términos generales, estoy amargado. No es algo muy raro. Es muy posible que así sea. He pasado de ser una persona medianamente inteligente a una muy metida en su propia desgracia. Y ni hablar de la pérdida del disfrute. Mi poca posibilidad de gozar de la vida se hace patente en cada momento. Mi jefe, o al menos uno de ellos me lo hace ver cada vez que lo percibe. Me hace burla del gesto adusto que siempre tengo, del ceño fruncido, de la mirada dura, de mi silencio a prueba de todo: bromas, anécdotas o recuerdos. Incluso, a veces, a prueba de los buenos modales. De ahí que mi esposa diga que soy un amargado, de ahí que mucha gente cree que soy muy mamón. Y sí, las dos cosas son ciertas. Tanto que siempre tengo esa expresión de fuchi, de leve asco, de ligero hartazgo por la vida, como que soy un poco mamón. El punto es que no he logrado tener un punto de equilibrio entre el gozo y la crítica sana a la